No hay remedio. Yo llevo mi vida en mi bolso y tu apenas necesitas un caramelo de limón para vivir. Yo adoro los perfumes y tu probablemente no tienes olfato. Soy banal con la ropas mientras a ti no te llaman la atención. Me gusta el verano y a ti te aterra el calor. Yo leo literatura romántica y tu novelas de terror.
Mientras yo río, tu piensas y cuando yo pienso a ti te toca sonreír. Mis ojos juguetean mientras los tuyos observan fijos y cuando llega el hambre, tu quieres chifa y yo biscuit. Tu tienes dos pies izquierdos y yo adoro el cha cha chá, a mi me gusta el Bossa y tu no lo quieres escuchar…

No tenemos solución, amor. Pero, tienes que saber algo, algo que ahora te voy a confesar. Me importa un pito el perfume, la ropa y la estación. Tiene una importancia nula la sintonía, la cena, el baile y el terror. Si tan sólo frente a frente tu y yo, encontramos un minuto nuestros ojos, aceptamos nuestras diferencias y entendemos que las hay, sin levantar quimeras que nos desbaraten, y soñemos un mundo donde nadie más tiene voz. Y que sepas lo que me gusta y lo que no: que no me gusta tu terquedad, pero que la puedo manejar, que te quiero estrangular cuando manipulas, pero ya sé que eres así, y a veces hasta risa me da. Que sepas, mi amor que me gustan tus monólogos, que atenta escucho como una nena en la cama y de costadito, con los ojos fijos en ti, que me encanta tu ternura, tu sentido del humor, tu amor desmedido, tu corazón rojísimo de tanto por dar, y que más que eso, me gusta tu risa, descubrir de a pocos una felicidad desconocida, verte pleno; y me encanta hacerte el amor. Decirte amor, que sabes bien tomarme en tus brazos y llevarme al cielo, y más allá.

Y amor, no hay remedio para los dos, por que así somos, y es que yo no quiero remedio alguno para amar...