Friday, March 21, 2008

Aunque habían pasado tan solo algunos meses, el recuerdo de aquella noche parecía haberse oxidado por desuso. El trabajo, las cuentas y los bancos habían llegado a ser algo que ocupó tus días tanto que eran prácticamente toda tu vida. A pesar de ello, siempre había tiempo para ella. Con ella era una vida dentro de la vida. La vida de la vida.
Pero bastaba un momento. Detenerte un domingo por la noche como hoy, para reconstruir la angustia y la felicidad. Recordaste aquélla vez que ella te había echado de la reunión. Te había dicho que vayas. Lo dijo una y otra vez hasta lograr que te elevaras del asiento y con un fondo musical alegre dejaras la disco más triste que Garrik.
Te despediste de los demás con la mejor sonrisa que pudiste fingir, y le dedicaste la única mirada que tuviste para ella: la de un fantasma. No recuerdas cómo llegaste a la salida del local, ni cómo entre lágrimas le ordenaste al taxista que te lleve a tu caja. Tu caja de de 4 paredes y el techo como un lienzo vacío.
Alucinaste sobre el lienzo un inmenso río salado en el que nadaron como peces sus manos, piedrecillas crueles como sus ojos, su cintura en la corriente, y en la arena blanca sus mejillas que brillaban como regadas de trizas de oro.

Supiste que era el alba cuando la humedad barrosa llegó a tu olfato, y tras el retumbo de la puerta, se definieron sus tacones raudos hacia ti.
No había llevado el pan, sólo llevó su metro 68 al umbral de tu puerta, dibujó su silueta contra la niebla del amanecer invernal, y te dirigió unos ojos que lo dijeron todo.
Ella lloró y tímida, te dijo 2 palabras. Tú le ofreciste tu mano y ella la puso en su corazón desnudo. Y en un abrazo prolongado se hicieron el amor, y se perdonaron.

El alba fría había juntado sus cuerpos debajo del cobertor acolchado; y hoy, como aquélla vez, vuelves a pensar qué miedo mañana si no la tuvieras a tu lado.

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1 Comments:

Blogger CÉSAR CASTILLO GARCÍA said...

buen feeling... melancolia melancolia...

7:26 AM  

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