Tuesday, June 27, 2006

JOSEFINA, ¿estàs haciendo travesuras?...

Monday, June 26, 2006


PARA JOSEFINA había que pararse en lo alto de su techo para sentir una vez más, que era la dueña de todo el mundo. Por aquèl entonces Josefina pensaba que Trujillo era un país y que cada vez que su familia iba de paseo a Huanchaco[1], salían de su paìs para ir a otro. Para Josefina, no había ningún paìs mejor que Trujillo.
Su mamá la llamaba porque era la hora de tomar su leche: ¡Josaa, Josita hija!, siempre en tono cariñoso. ¡Josefina, hija, tu leche està lista!, decìa la Sra. N, pero Josa no escuchaba nada, ella estaba en su atalaya disfrutando de su autoridad por sobre todos aquellos techos vacíos de gente, pero enormemente poblados de vestigios, Reina de los palomares, de los cachivaches que las familias echaban como inservibles, pero en los cuales Josefina hallaba un enorme tesoro.
Cuando Josa no respondìa pese a los llamados de su mamá, ésta se imaginaba que Josefina estaría en el techo e iba a buscarla preocupada: “¡Ay, Dios, no nuevamente!”, dijo para sì misma la Sra. N. cuando viò a Josa parada en el borde del techo mirando todo su terrirorio. ¡Josefina, baja de allì!, ¿no te he dicho una y otra vez que no hagas eso?”. Josefina ponìa puchero y fruncía el ceño: “Ya voy mamá”. Exhalaba un suspiro de resignación y obedecía a su madre.
Una vez en la cocina, Josefina sonreìa porque la leche le encantaba. Tomaba leche en el desayuno, en la tarde después del almuerzo y en la cena.
Eran las 3 y media de la tarde cuando Josefina bajó del techo y se instaló en la cocina para tomar su leche mientras la Sra. N guardaba el Nesquick en el repostero y la leche sobrante y el azúcar en el refrigerador, pues habían muchas hormigas y no debìa dejarse el azúcar a la intemperie.
La Sra. N, pensaba Josefina, era muy bonita: Tenìa el cabello de un castaño intenso, los ojos grandes y almendrados que tornaban en un hermoso brillo al sonreír, y solìa bailar un poco de ballet mientras en la cocina, iba de un repostero a otro, del refrigerador al microondas, o mientras tendìa las camas o la ropa. A Josefina le encantaba pensar que su mami era una linda bailarina de ballet, con un hermoso tutù negro y maya con brillos negros y blancos, y bailaban juntas, y Josefina llevaba tambièn un tute, esta vez blanco y que hacìa juego con el de su mamá. Josefina pensaba todo esto mientras tomaba su leche.

Josefina, tenemos que hablar un poco, dijo la Sra. N mientras se sentaba a la mesa frente a Josefina. Hija, yo te entiendo. Tù eres mi hija y nos parecemos mucho. Somos espíritus traviesos y libres, pero no debes ser tan temeraria, el techo es un lugar peligroso y corres riesgos jugando allá arriba. Quiero que tengas mucho cuidado cuando subas y que no te sientes y menos te pares nunca en el borde del techo. Si prometes no hacerlo más y tener mucho cuidado, te permitiré subir.
Josa sonriò y le prometió a su mamá que asì serìa.

La Señora N conocìa a su hija. Sabìa que prohibirle cosas era incitarla a hacerlas. Sabìa que lo mejor era orientarla en lo que su hija decida hacer. Y si Josefina habìa decidido adueñarse de los techos, asì serìa indefectiblemente, y su madre sòlo debìa enseñarle a hacerlo bien y con cuidado.

Adiòs mi pequeña luz, haz tus tareas, ¿si?. Y no veas mucha televisión. Josefina le diò un beso a su madre y un enorme abrazo tambièn. La Sra. N debìa ir a su oficina por las mañanas y tambièn por las tardes y Josefina la extrañaba mucho y se apenaba por su partida. En vacaciones, Josefina solìa acompañarla frecuentemente a la oficina, pero en la època escolar debìa permanecer en casa para hacer tareas y estudiar. Así que Josefina asintiò diciendole a la Sra. N que no se preocupe, que harìa todas sus tareas, y pensò:
¡toda la casa para mi, yupiiiiiiiiiiiii!...

[1] Huanchaco es un pequeño balneario a 11 kilòmetros al norte de Trujillo.

Sunday, June 18, 2006

Mientras todos miran hacia adelante y hacia sí mismos...


¡Ahí viene un taxi!. Habíamos esperado un buen rato en aquélla esquina, hasta que escuché que papá se dirigió hacia mí en tono contento, como quien por fin obtiene lo que esperaba. Me hizo dejar mis pensamientos (perdida en los ficus enormes del Ovalo Primavera, pensaba en su larga vida, en su perfección, admiraba su belleza). El taxi se detuvo y al bajar la vereda, ante la puertecilla abierta del auto vi que frente a mi esquina, en la esquina anterior habían dos familias esperando igualmente un taxi. Una muy numerosa, de más o menos 7 personas y otra menos numerosa. Subí al taxi y recobré la última imágen: los 5 niños con sus padres jugaban arropados todos con casacas enormes y gorritos de lana; un anciano, una mujer madura, y dos jóvenes esperaban otro taxi. Uno de los jóvenes en una silla de ruedas.
Mi hermanita y mi padre ríen. Miro por la ventana, la ciudad fría y vacía, con su gente de hielo, con su risas indiferentes. Mi papá. La cuidad. El Perú. ¿Podría la humanidad, por…favor…., perdonarme?...

Saturday, June 17, 2006

TE VI


Te deslizas como hojita que el viento lleva, naturalmente por entre la gente, yo te miro, te sigo a donde vas, miro cada detalle de tus movimientos. Me parece que te diste cuenta de que te miro. Me volteo. Mi reojo trabaja a mil. Te detienes con ese grupo. Hay alegrìa en todo el lugar. Vuelven a ti, mis ojos, descaradamente. ¡Baila, Nana!, me dice ella. Y yo bailo y te miro. Me viste, pero no me miraste. Te acercas. Nos hablas. ¿Estàs interesado en ella?. Apenas te diriges a mi y nisiquiera me saludaste. Ya nos dejas, dices. Me pides que la cuide porque me ves bien, me dices. Yo eso ya lo sè. Viniste con excusas. ¿Què es lo que quieres? ¿Por què nunca miras?¿Por què nunca me miras?.