Thursday, March 27, 2008

declaratoria.

Friday, March 21, 2008

Aunque habían pasado tan solo algunos meses, el recuerdo de aquella noche parecía haberse oxidado por desuso. El trabajo, las cuentas y los bancos habían llegado a ser algo que ocupó tus días tanto que eran prácticamente toda tu vida. A pesar de ello, siempre había tiempo para ella. Con ella era una vida dentro de la vida. La vida de la vida.
Pero bastaba un momento. Detenerte un domingo por la noche como hoy, para reconstruir la angustia y la felicidad. Recordaste aquélla vez que ella te había echado de la reunión. Te había dicho que vayas. Lo dijo una y otra vez hasta lograr que te elevaras del asiento y con un fondo musical alegre dejaras la disco más triste que Garrik.
Te despediste de los demás con la mejor sonrisa que pudiste fingir, y le dedicaste la única mirada que tuviste para ella: la de un fantasma. No recuerdas cómo llegaste a la salida del local, ni cómo entre lágrimas le ordenaste al taxista que te lleve a tu caja. Tu caja de de 4 paredes y el techo como un lienzo vacío.
Alucinaste sobre el lienzo un inmenso río salado en el que nadaron como peces sus manos, piedrecillas crueles como sus ojos, su cintura en la corriente, y en la arena blanca sus mejillas que brillaban como regadas de trizas de oro.

Supiste que era el alba cuando la humedad barrosa llegó a tu olfato, y tras el retumbo de la puerta, se definieron sus tacones raudos hacia ti.
No había llevado el pan, sólo llevó su metro 68 al umbral de tu puerta, dibujó su silueta contra la niebla del amanecer invernal, y te dirigió unos ojos que lo dijeron todo.
Ella lloró y tímida, te dijo 2 palabras. Tú le ofreciste tu mano y ella la puso en su corazón desnudo. Y en un abrazo prolongado se hicieron el amor, y se perdonaron.

El alba fría había juntado sus cuerpos debajo del cobertor acolchado; y hoy, como aquélla vez, vuelves a pensar qué miedo mañana si no la tuvieras a tu lado.

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Friday, March 14, 2008



Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.

Tengo ganas de hallarte
preocupacion de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.

Tengo urgencia de oirte
alegria de oirte
buena suerte de oirte
y temores de oirte.

O sea, resumiendo
estoy jodido y radiante
quizas mas lo primero
que lo segundo
y tambien viceversa.

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Wednesday, March 12, 2008

blue rain


Me veo siguiendo mis pies, que siguen sus huellas, que adivinan sus senderos, y lo buscan. En una esquina, les impido cruzar. Les opongo resistencia. “No vayan”. Y mis pies se retuercen como pueden para evitar mi voluntad. Pero es imposible: “nuestro camino es hacia La Soledad”, les digo. Terminan por dejarse a mi fuerza, que siempre gana a todo. Sin embargo llueve y cada gota me moja de él. Me refresca un recuerdo y este se presenta ameno para acompañarme a casa. El gato me saluda. Tras el umbral de mi depa, sé que me espera La Soledad. Sé que ella y el gato lo saben todo, pues me quedan mirando, ella hueca y omnipresente, él fijo y felino. Y me acogen tibiamente, eso sí, sin asegurarme felicidad.

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Al entrar en el lugar y sentarme en una de las 3 pequeñas y altas sillas rojas, acodarme en la mesita igualmente colorada, y perderme en algún punto-que pasa o se detiene frente a mi retina sin ser reconocido por ésta-, pienso porque recuerdo, y mientras recuerdo me digo aún hoy, que si aquél día hubiésemos estado juntos aquí, en este mismo lugar, todo habría sido distinto. No serían 2 las sillas vacías, serían dos las ocupadas por comensales sonrientes en espera de glaciales helados que mitiguen el calor y endulcen el paladar.
Aún hoy recuerdo cuando pensé en él esa mañana, como todas las mañanas, y contenta de verle, sugerí helados, a manera de romántica sorpresa. Él de manjar, yo de fresa, él frente a mi, y yo hechiza. Pero él no podía ir, yo no opuse insistencia alguna, comprendía el trabajo y la demanda de tiempo: “no te apresures, podemos hacerlo mañana” concluí.
Uno no se pregunta si un mañana llegaría, uno no cuestiona al tiempo, al diablo, uno no espera que nada salga del rumbo establecido.
Y mi rumbo era él, eran muchos proyectos alrededor de nosotros. Hoy me pregunto si el helado habría sabido distinto si lo hubiese comiera mirándolo a los ojos, con una breve juego de dedos, ¿tendría su aliento un efecto químico inesperado en mi paladar, en mi helado, en mi percepción?. No sé, pero por algún motivo sé que habría sabido mejor.
Ahí viene la mesera, que habría tenido aquél entonces 13 años menos, y me pregunta qué me voy a servir, y yo pienso que si no es con él, no es sin nadie, ni con alguien. Y le respondo que me disculpe, me pongo de pie y me marcho. Mientras dejo atrás el umbral de la heladería, dejo el recuerdo y el tiempo y el anacrónico deseo de volver a aquél día, en que algo dejó de ser lo que nunca más sería.

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Saturday, March 08, 2008

the landslide



"can I sail through the changing ocean tides?, can I handle the seasons of my life?..."

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